EN PRIMER LUGAR: ¿QUÉS EL TDAH?
El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) es un trastorno en el que intervienen tanto factores genéticos como ambientales. El TDAH es un trastorno de conducta que aparece en la infancia, y que se suele empezar a diagnosticar en torno a los 7 años de edad aunque en algunos casos este diagnostico se puede realizar de una manera más precoz. Se manifiesta como un aumento de la actividad física, impulsividad y dificultad para mantener la atención en una actividad durante un periodo de tiempo continuado. Además de esto hay niños en los que se observan a su vez problemas de autoestima debidos a los síntomas propios del TDAH y que los padres no suelen asociar a dicho trastorno. A su vez, el TDAH se puede asociar con frecuencia a otros problemas, y sus consecuencias se aprecian en distintos ambientes de la vida del niño, no solo el escolar, sino que también afecta en gran medida a las relaciones interpersonales tanto con la familia, como con otros niños y con sus educadores, siendo estas interrelaciones clave en el desarrollo del niño.
Según la clasificación norteamericana de enfermedades psiquiátricas DSM-IV, no todas las personas que padecen TDAH tienen el mismo cuadro clínico. En algunas de ellas predominan los síntomas de TDAH de inatención, en otras los de hiperactividad e impulsividad, y en otras hay problemas tanto atencionales como de hiperactividad e impulsividad (lo que se conoce como TDAH combinado o mixto). Es decir, el TDAH se puede desglosar en varios subtipos, dependiendo de qué grupo de síntomas predominen.
Si quieres leer más: http://www.trastornohiperactividad.com/
14 REGLAS BÁSICAS A SEGUIR CON UN NIÑO CON TDAH:
(adaptado de Barkley , 1995)
1. Los refuerzos deben ser inmediatos. Las contingencias que apliquemos a la conducta del niño deben ser al momento, no demorarse en el tiempo.
2. Dar feedback (retroalimentación) con mucha frecuencia. Retroalimentar se refiere a hacer comentarios al niño sobre la adecuación o no de su conducta en cada momento y en cada contexto y de manera contingente (próxima en el tiempo en que ocurre).
3. Las recompensas deben ser más duraderas y eficaces. Es conveniente dedicar el tiempo que haga falta a reflexionar y planificar sobre las recompensas más adecuadas.
4. Mejor aplicar recompensas a la conducta deseada que castigos a la conducta a evitar.
5. Es conveniente hacer referencias al tiempo (por ejemplo: avisar que queda poco tiempo para jugar y empezar con la tarea) y tender puentes cuando sea necesario (relacionar y anticipar tareas).
6. También es necesario concretar la información más importante de la tarea. Hacer énfasis en aquellos aspectos más importantes, más de lo habitual, así se evitan errores.
7. Explicar la fuente de motivación del trabajo. Recordar la consecuencia positiva pactada por la realización de una determinada tarea.
8. Hacer más tangible los pensamientos y la resolución de los problemas. Resulta muy útil acostumbrarse a verbalizar los pensamientos y los pasos para resolver un problema, para que el niño lo tenga como modelo y a la vez facilitar que él mismo use esta estrategia.
9. Ser coherente. Actuar de forma consecuente, es decir cumplir los pactos además de utilizar el mismo criterio para las situaciones que puedan surgir en el tiempo.
10. Actuar más que quejarse.
11. Planificar con antelación las situaciones problemáticas. Usted conoce a su hijo y si le presta atención a su conducta va a poder detectar las características de las situaciones en las que el niño tiene problemas, por ello, es bueno avanzarse a los problemas.
12. Mantener la perspectiva de sus dificultades. No culpabilizar al niño, puesto que a los niños con problemas de hiperactividad les cuesta mucho hacer cosas que la mayoría de los otros niños hacen sin problemas. Tener presente que se trata de un problema de base neurobiológica, que no pueden controlar.
13. No personalizar los problemas y el trastorno. Tal y como se menciona en el punto anterior no hay que culpabilizarse ni culpabilizar al niño o a otros. Recordar el punto 10 !!
14. Sea indulgente. Cuando no sea necesario, no sea demasiado exigente con su hijo, escoja aquellos 2 ó 3 aspectos concretos que considera prioritarios, que más interfieren, y sea más permisivo con otras conductas.
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